Cristóbal Colón

Textos y documentos completos

Edición de Consuelo Varela

Alianza Universidad

Madrid1997

 

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II. Diario del Primer Viaje (1492)

 

p. 135

Y en este río de Mares, de adonde partí esta noche, sin duda ha grandíssima cantidad de almáciga y mayor, si mayor se quisiere hazer, porque los mismos árboles plantándolos prenden de ligero, y ha muchos y muy grandes, y tienen la hoja como lentisco y el fruto, salvo que es mayor así los árboles como la hoja, como dize Plinio e yo e visto en la isla d'Exío en el Arcipiélago.

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XXX. Relación del Tercer Viaje

 

pp. 367-368

Todo no aprobechó para con algunas personas, que tenían gana y dado comienço a mal dezir del negoçio: ni entrar con habla del serviçio de Nuestro Señor con se salvar tantas ánimas ni a dezir qu'esto hera grandeza de V. Al. de la mejor calidad que hasta oy aya usado prínçipe, porqu'el exerçiçio y gasto hera para el espiritual e temporal, y que no podía ser que, andando el tiempo, no oviese la España de aquí grandes probechos, porque, pues se beían las señales de lo que escrivieron d'estas partidas tan magnifiestas, que tanbién se llegaría a aver todo el otro cumplimiento, ni dezir cosas que usaron grandes [-367;368-] príncipes en el mundo para creszer su fama, ansí como de Salomón, que enbió desde Jherusalem en fin de oriente a ver el monte Sophora, en que se detubieron los navios tres años, el cual tiene V. Al. agora en la isla Española; ni de Alexandre, que enbió a ver el regimiento de la isla de Taprobana en Yndia, e de Nero César, a ver las fuentes del Nilo y la razón por que crescía en el berano cuando las aguas son pocas, y de otras muchas grandezas que hizieron príncipes, y que a príncipes son estas cosas dadas de fazer; ni valía dezir que yo nunca avía leído que príncipes de Castilla jamás obiesen ganado tierra fuera d'ella, y que acá es otro mundo en que se trabajaron romanos y Alexandre y griegos, para le aver, con grandes exercicios.

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pp. 376-378

Yo siempre leí qu'el mundo, tierra y agua hera espérico, y que las autoridades y esperiencias que Ptolomeo y todos los otros escrivieron d'este sitio davan y amostravan por ello, así por ecrises de la luna y otras demostraçiones que azían de oriente hasta oçidente como de la elevaçión del polo de setentrion en austro. Agora vi tanta disformidad como ya dixe; y por esto me puse a [-376;377-] tentar esto del mundo, y hallé que no hera redondo en la forma que escriven, salvo qu'es de la forma de una pera que sea toda muy redonda, salvo allí donde tiene el pezón, que allí tiene más alto, o como quien tiene una pelota muy redonda y en un lugar d'ella fuese como una teta de muger allí puesta, y qu'esta parte d'este pezón sea la más alta e más propinca al cielo, y qu'ésta sea debajo de la línea equinoçial y en esta mar Oçéana en fin de oriente (llamo yo fin de oriente adonde acava toda la tierra e islas). Y para ello alego todas las razones sobreescriptas de la raya que passa al ocçidente de las islas de los Açores çien leguas de setentrión en austro, e que, en pasando de allí al poniente, ya van los navios alçándose hazia el çielo suavemente, y estonçes se goza de más suave temperançia y se muda el aguja del marear por causa de la suavidad d'esta cuarta de viento; y cuanto más va adelante y alçándose más, más noruestea. Y esta altura causa el desvariar del çírculo que escriven la estrella de el norte con las Guardas. Y cuanto más pasare junto con la liña iquinoçial, más se subirá en alto y más diferençia abrá en las dichas estrellas y en los çírculos d'ellas. Y Ptolomeo y los otros savios que escrivieron d'este mundo creyeron que hera espérico, creyendo que este emisperio fuese redondo como aquél de allá donde ellos estavan, el cual tiene el çentro en la isla de Arin, qu'es debajo de la liña iquinoçial, entre el Seno Arábico y aquél de Persia; y el círculo pasa sobre el cavo de San Beceinte en Portogal por el poniente y pasa en oriente por Catígara y por los Seras, en el cual emisperio no hago yo que aya mucha dificultad salvo que sea espérico redondo como ellos dizen. Mas estotro digo que sería como la mitad de una pera bien redonda, la cual tubiese el pezón alto como yo dixe, o como una teta de muger en una pelota redonda. Así que d'esta media parte no obo notiçia [-377;378-] Ptolomeo ni los otros que escrivieron del mundo, por ser muy ignoto: solamente hizieron raíz sobre el emisperio adonde ellos estavan, que es redondo espérico, como arriba dixe.

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p. 378

Entonzes hera el sol en Vírgine ençima de nuestras cabezas e suyas, ansí que todo esto proçede por la suavísima temperançia que allí es, la cual proçede por estar más alto en el mundo, más açerca del aire aquino. Y ansí me afirmo qu'el mundo no es espérico, salvo que tiene esta diferençia que ya dixe, la cual es en este emisperio adonde caen las Yndias y la mar Ocçéana, y el extremo d'ello es debajo de la liña equinoçial; y ayuda mucho a esto que sea ansí porqu'el sol, cuando Nuestro Señor lo hizo, fue en el primero punto de Ariete, o la primera luz fue aquí en oriente, allí adonde es el estremo del altura d'este mundo. Y bien qu'el pareszer del Aristótil fuese qu'el polo antartico o la tierra qu'es dabajo d'él sea la más alta parte del mundo y más propinca al çielo, otros savios lo inponavan, diziendo qu'es ésta qu'es debaxo del ártica.

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pp. 379-380

La Sacra Escriptura testifica que Nuestro Señor hizo el Paraíso Terrenal y en él puso el Árbol de la Vida, y d'él sale una fuente de donde resulta en este mundo cuatro ríos prinçipales: Ganges en Yndia, Tigris e Eufrates en Armenia, los cuales apartan la Siria y hazen la Mesopotamia y van a tener en Persia, y el Nilo, que naze en Etiopía y va en la mar en Alexandría.

Yo no hallo ni jamás e hallado escriptura de latinos ni de griegos que çertificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso Terrenal, ni he visto en ningund napamundo salvo situado con autoridad de argumento. Algunos lo ponían allí donde son las fuentes del Nilo en Etiopía, mas otros anduvieron todas estas tierras y no hallaron conformidad d'ello en la temperancia del çielo o en la altura hazia el çielo, porque se pudiese comprehender qu'él hera allí ni que las aguas del diluvio oviese llegado allí, las cuales subieron en quinçe cobdos ençima de todas las montañas. Algunos gentiles quisieron dezir por argumento qu'él hera [-379;380-] en las islas Fortunate, que son las Canarias, y otros en otros lugares, y todos como dixe, por argumento.

Sant Esidro y Beda y Damasçeno y Estrabo y el maestro de la Ystoria Escolástica y San Ambrosio y Escoto y todos los sacros teólogos todos conçiertan qu'el Paraíso Terrenal es en fin de Oriente, el cual oriente llaman el fin de la tierra yendo al oriente, en una montaña altísima que sale fuera d'este aire torbolento, adonde no llegaron las aguas del dilubio, que allí está Elias {e) Enoque, y de allí sale una fuente y cae el agua en el mar, y allí haze un gran lago del cual proçeden los cuatro ríos sobredichos, que bien qu'este lago sea en oriente y las fuentes d'estos ríos sean divisas en este mundo, porende que proçeden y vienen allí d'este lago 1631 por catara[n]tes debajo de tierra y espiran allí donde se been estas sus fuentes; la cual agua que sale del Paraíso Terrenal para este lago trabe un tronido y rogir muy grande, de manera que la gente que naze en aquella comarca son sordos.

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pp. 381-382

Plinio escrive que la mar y la tierra faze todo una espera, y pone qu'esta mar Ocçéana sea la mayor cantidad del agua y está hazia el çielo, y que la tierra sea debajo y le sostenga, y mezclado lo uno con lo otro, como el amargo de la nuez con una tela gorda que ba abrazada en ello. El maestro de la Ystoria Escolástica sobre el Génesis dize que las aguas son muy pocas, que, bien que cuando fueron criadas que cobijasen toda la tierra, que estonzes eran vaporábiles en manera de niblina, y que después que fueron suvidas e juntadas, que ocuparon poco lugar. Y en esto conçierta Niculao de Lyra, y el Aristotel dize qu'este mundo es pequeño y qu'es el agua muy poca y que fázilmente se puede pasar de España a las Yndias. Y esto confirma el Abenruiz, y le [-381;382-] alega el cardenal Pedro de Ayliaco abtoriçando este dezir y aquél de Séneca, el cual conforma con estos, diziendo qu'el Aristóteles pudo saver muchos secretos d'éstos del mundo a cabsa /64/ de Alixandre Magno, y Séneca a causa de Çésar Ñero, y Plinio por respecto de romanos, los cuales todos gastaron dineros y gente y pusieron mucha diligençia en saver los secretos del mundo y darlos a entender a los pueblos. El cual cardenal da a éstos grande autoridad, más que a Ptolomeo ni a otros griegos ni árabes; y a confirmaçión de dezir qu'el agua sea poca y qu'el cubierto del mundo d'ella sea poco, al respecto de lo que se dezía por abtoridad de Tolomeo y de sus secazes, y a esto trae una abtoridad de Esdrás, y del terçio libro suyo, adonde dize que, de siete partes del mundo, las seis son descubiertas y la una sola es cubierta de agua; la cual autoridad es aprobada por santos, los cuales dan autoridad al terçio y cuarto libro de Esdrás, ansí como es Sant Agustín y Sant Ambrosio en su Exameron, donde alega: «Allí verná mi hijo Jhesús y morirá mi hijo Christo», y dize que Esdrás fue profecía y ansimismo Zacarías, padre de San Johan y el beato Simeón, las cuales autoridades tanbién alega Françisco de Mayrones. Y en cuanto en esto del enxuto de la tierra, mucho se a esperimentado qu'es mucho mayor que lo qu'el bulgo hera; y no es maravilla, porque, andando más, más se sabe.

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386

Dize más en la instrución, que él iva por las islas de Cabo Verde (las quales dize que antiguamente se llamaban "Gorgodes", o, según otros, "Hespérides"), y que iba, en nombre de la Santa Trinidad, con propósito de navegar al austro d'ellas hasta llegar debaxo de la línea equinoçial, y seguir el camino del poniente hasta que esta isla Española le quedase al norueste, para ver si ay islas o tierras.

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pp. 389-390

El sábado, que se contaron .14. de julio, estando las Guardas en el braço izquierdo, dize que tenía el norte en siete grados; vido grajaos negros y blancos, que son aves que no se alexan muy mucho de tierra, y por esto tiénese por señal de tierra. (…) Dize aquí el Almirante, incidentemente, que las islas de los [-389;390-] Açores, que antiguamente se llamavan "Casetérides," están situadas en fin del quinto clima.

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pp. 398-399

Dize aquí también que si las perlas nacen, como dize Plinio, del rocío que cae en las hostias que están abiertas, allí ay mucha razón para las aver, porque allí cae mucha rociada y ay infinitísimas hostias y muy grandes, y porque [-398;399-] allí no haze tormenta, sino la mar está siempre sosegada, señal de lo cual es aver los árboles hasta entrar en la mar, que muestran nunca entrar allí tormenta, y cada rama de los árboles que entran... estaba llenos de infinitas hostias, y, tirando de una rama, sale llena de hostias a ella pegadas.

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p. 403

Y después d'esto, me ayuda el dezir de muchos indios caníbales que yo e tomado otras vezes, los cuales dezían que al austro d'ellos era tierra firme, y entonçes estava yo en la isla de Guadalupe, y también lo oí a otros de la isla de Sancta Cruz y de la de Sant Juap, y dezían que en ella avía mucho oro, y, como Vuestras Altezas saben, muy poco a que no se sabía otra tierra más de la que Ptolomeo escrivió, y no avía en mi tiempo quien creyese que se podía navegar de España a las Indias; sobre lo cual anduve siete años en su corte, y no fueron pocos los que entendieron en ello; y en fin, solo el grandíssimo coraçon de Vuestras Altezas lo hizo experimentar contra el pareçer de cuantos lo contradezían, y agora pareçe la verdad, y pareçerá antes de mucho tiempo más largo.

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p. 410

(…) porque allende de las tantas ánimas que se pueden esperar que se salvarán, de que son Vuestras Altezas causa y que es el principal del caudal d'esto, y quiero fablar a la vana gloria del mundo, la cual se deve de tener en nada, pues que la aborrece Dios poderoso, y digo que me respondan, quien leyó las historias de griegos y de romanos, si con toda poca cosa ensancharon su señorío tan grandemente, como agora hizo Vuestra Alteza aquel de la España con las Indias. Esta sola isla que boja más de sieteçientas leguas, Jamaica, con otras sieteçientas islas y tanta parte de la tierra firme, de los antiguos muy cognosçida y no ignota, como quieren dezir los cnbidiosos o ignorantes, y después d'esto otras islas muchas y grandes de aquí hazia Castilla y agora esta, que es de tanta exçelençia, de la cual creo que se aya de hablar entre todos los cristianos por maravilla con alegría.

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XLVIII. Carta a Doña Juana de la Torre, ama del Príncipe Don Juan

 

p. 436

Yo debo de ser juzgado como capitán que fue d'España a conquistar fasta las Indias a gente belicosa mucha y de costumbres y secta muy contraria, donde por voluntad divina, e puesto so el señorío del Rey e de la Reina, Nuestros Señores, otro mundo, y por donde la España que era dicha pobre es la más rica.

Yo devo de ser juzgado como capitán que de tanto tiempo fasta hoy trae las armas a cuestas, sin las dexar una ora, y de cavalleros de conquistas y del uso y no de letras, salvo si fuesen griegos o de romanos o de otros modernos, de que ay tanto<s> y tan nobles en España. O de otra guisa rescibo grande agravio, porque en las Indias no ay pueblo ni asiento.

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LXXIV. Relación del Cuarto Viaje (1503)

 

p. 488

Esto que yo e dicho es lo que yo oyó. Lo que yo sey es qu'el año de .94. navegué en 24 grados al poniente en término de .9. oras, y no pudo aver hierro porque ovo eclipsis: el sol estava en Libra y la luna en Ariete. Tanbién esto que yo supe por palabra avíalo yo savido largo por escripto.

Pthlomeu creyó de aver bien enmendado a Marino, y aora se halla su escriptura bien propinca al çierto. Ptholomeu asienta Catígara a doze líneas lejos de su Ocidente, qu'él asentó sobre el cavo de San Vicente en Portugal 2 grados 1/3. Marino en .15. líneas constituyó la tierra. Ese mismo Marino en Ethiopía escrive allende la línea equinoçial más de .24. grados, y agora que los portugueses le navegan le fallan çierto. Ptholomeo diz que la tierra más austral es el plazo primero, y que no abaja más de .16. grados 1/3.

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pp. 497-498

A Salamón llevaron de un camino seisçientos sesenta y seis [-498;499-] quintales de oro, alliende lo que llevaron los mercaderes y marineros y aliende lo que se paguó de derechos en Aravia.

D'este oro hizo duzientas lanzas y trezientos escudos, y fizo el tablado que avía de estar derriba pellas de oro y adorno de piedras preçiosas, y fizo otras muchas cosas de oro y busos para el templo muchos y muy grandes y ricos de piedras preçiosas. Josepio en su Corónica De Antiquitatibus lo escrive. En el Paralipomenon y en el Libro de los Reyes se cuenta d'esto.

Josepio quier que este oro se oviese en el Áurea. Si assí fuese, yo digo que aquellas minas del Áurea son unas y se contienen con éstas de Biragua, que, como ya dixe arriba, se alargan al poniente veinte jornadas y son en una distançia lejos del polo y de la línea.

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LXVII. Carta a los Reyes

(Granada, 6 de Febrero de 1502)

 

p. 474

Si resconozemos el mundo ser espérico según el sentir de muchos escriptos que ansí lo afirman o que la scienzia nos faga asentar otra cosa con su auctoridad, no se deve entender que la templanza sea igual en un clima, porque la diversidad es grande así en la mar como en la tierra. El sol siembra su influenzia y la tierra la reszibe según las concavidades o montañas que son formadas en ella. Y bien que harto hayan scripto los antiguos sobre esto, así como Plinio, que dize que debaxo del Norte ay tan suave tenplanza que la gente que allí está jamás se muere salvo por enfadamiento o aborrimiento de vida, que se despeña y voluntariamente se matan, nos vemos aquí en España tanta diversidad de templanza que non es menester el testimonio sobre esto de ninguna antigüedad del mundo.

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LIII. Carta a los Reyes

(Cadiz o Sevilla, 1501)

 

p. 446

Digo que el Espíritu Santo obra en cristianos, judíos, moros y en todos otros de toda seta, y no solamente en los sabios, más en los inorantes; que en mi tiempo yo he visto aldeano que da cuenta del çielo y estrellas y del curso d'ellas mejor que otros que gastaron dineros en ello; y digo que no solamente el Espíritu Santo rebela las cosas de por venir a las criaturas racionales, mas nos las amuestra por señales del çielo, del aire y de las bestias cuando le aplaz, como fue del boy que falló en Roma al tiempo de Julio Çésar, y en otras muchas maneras que serían prolixas para desir y muy notas para todo el mundo.

La Sacra Escritura testifica en el Testamento Viejo, por boca de los profetas, y en el Nuebo por nuestro Redentor Jhesucristo, qu'este mundo a de aver fin: los señales de cuándo esto aya de ser diso Mateo y Marco y Lucas; los profetas abundosamente tanbién lo avían predicado. Santo Agostín diz que la fin d'este mundo ha de ser en el sétimo millenar de los años de la criaçión d'él; los sacros teólogos le siguen, en especial el cardenal Pedro de Ailiaco en el verbo XI, y en otros lugares como diré abaso.

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LXIX. Carta al Papa Alejandro VI

(Febrero, 1502)

 

p. 480

Gozara mi ánima y descansara si agora en fin pudiera venir a Vuestra Santidad con mi escriptura, la cual tengo para ello, que es en la forma de los Comentarios e uso de César, en que he proseguido desde el primero día fasta agora, que se atravesó a que yo aya de haçer en nombre de la Sancta Trinidad viaje nuevo, el cual será a su gloria y honra de la Santa Religión Cristiana.

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LXXXII Carta a Diego Colón

(Sevilla, 28 de Noviembre 1504)

 

pp. 510-511

Bien que esta mi enfermedad me tribule tanto, todavía adereço mi ida.

Mucho quisera la repuesta de Sus Altezas, y que la procurárades, y tanbién que proveyeran a la paga d'esta gente pobre que han-pasado increíbles trabajos y les traído tan altas nuebas, de que deben dar infinitas gracias a Dios Nuestro Señor, y estar [-510;511-] d'ellas tan alegres. Si yo miento, el Paralipemenon y el Libro de los Reyes y Josepio De antiquitatibus, con otros hartos, dirán lo que d'esto saben.

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