Juan Suárez de Peralta

 

Tratado del descubrimiento de las Yndias y su conquista

(Transcripción del manuscrito autógrafo de 1589)

Edición, estudio y notas de Giorgio Perissinotto

Alianza Editorial, Madrid 1990

 

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CAPITULO I

Que tarta sobre el orixen y prinçipio de las Yndias y indios, y de las opiniones que en ello y sobre ello hay.

pp. 46-47

(…) Otra opinión es que proçeden de los cartajinenses, la [-46;47-] qual fundan en una auturidad de Aristóteles, en el libro de Mirauilibus aut secultationibus, casi al medio del, en que dize, que nauegando los cartajinenses de aquel cauo de las Colunas de Hércules, ques el estrecho de Jibraltar, hallaron una isla fértil y despoblada, con muncha arboleda y ríos nauegables, la qual está apartada de la tierra firme munchas leguas, y que el senado cartajinés mandó, com pena de muerte, que ninguno pasase a ella, porque con su fertilidad no cargase tanta jente que les fuese a ellos dañoso; y así mandaron que matasen los que allí auíam poblado. Y con esto imajinan que esta isla es la Española de Santo Domingo, y que desde allí se a poblado todo lo demás de islas y tierra firme, como desde allí se empeçaron a descubrir.

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CAPITULO II

De los ritos y costumbres de los yndios, espeçial de los de la Nueua España.

p. 51

Los ritos y costumbres de los yndios. Ellos eran llanamente las mismas de los moros: ydólatras. Hallaron los españoles, al tiempo que pasaron a aquellas prouincias, grandísimas ydolatrías, y eran de las que se hallan escriptas de los ritos de los antiguos gentiles: como son sacrificar ombres, tener templos y estatuas de ydolos, adorar los animales y onrarlos con procesiones, ayunos y sacrificios de sangre, ser supersticiosos en mirar ahueros y tenerlos casi todos los que de los antiguos sescriuen.

 

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pp. 53-54

(…) Oydo e que en algunas partes usaban, que si alguno deuía a munchos y no tenía de que pagar, le hazían pedaços y lo repartían entre sí los acreedores, lo qual fue [-53;54-] ley antigua de romanos.

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CAPITULO VII

Que trata como llegó Colón a Santo Domingo, que llaman la isla Española; de las primeras Yndias que descubrío y lo que en ellas hizo.

pp. 80-81

(…) Diré agora de Hernando Cortés, primer marqués del Balle, algunas cosas, porque todas será ymposible, por ser como fue vno de los señalados ombres y alabados en todas las istorias; no tan solamente de sus naturales españoles, sino de todos los extrangeros, señalándole Dios para una de las cosas más grandiosas que ombre a hecho, que fue el descubrimiento y conquista [y] pacificación del Nuebo Mundo. Todos los que de su tiempo acá an escrito, en sus ystorias an hecho y hazen muncha minsión del. Con muncha razóm puede ser comparado a todos los buenos capitanes y más señalados que los antiguos y modernos celebran, por la muncha destreza y maña que tubo en la conquista de la Nueba España y Nuebo Mundo, poniendo y conseruando las enemistades que los señores tenían naturales de la tierra unos con otros, con muncha simulación porque no lo sintiesen. Con esto ganó a todos por amigos y dar a traués con los nauíos por uer que la jente estaua temerosa en ber la tierra tan poblada y ellos ser pocos, munchos tratauan de bolberse. Y así les quitó la esperanca de huirse, a [-80;81-] exemplo y como lo hizieron los más balerosos capitanes antiguos, como se le[e] en Diodoro Sículo de Alejandro Magno, que porque sus soldados no huyesen después de haber bencido a los capitanes de Darío ad Granicum, les quitó los nauíos por uerlos temerosos de la fama de la benida de Darío y la muncha jente que traya. [Hubo] otros balerosos capitanes que lo mismo hizieron, como fue Temaco Etolo, que auiendo puesto su jente en Asia, quemó los nauíos por el temor que bió en su jente, como lo trae Polineo, L[ibro]. 5, y otros munchos que dejo de tratar, como fue Agaleodes Siracusano, que quemó su armada por miedo que no se le boibiese su jente. Lo mismo se lee de Quinto Fauio Máximo y de Guillermo, duque de Normandía en Yngalaterra, como lo trae Milio en el libro 3; y Fulgoso.

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CAPITULO XV

Que trata de las guerras que vbo entre los yndios y los españoles y de la matança que dom Pedro de Aluarado en los naturales yzo, deuaxo de paz, auiendo ydo Hernando Cortés a lo de Pánfilo de Naruáez.

pp. 126-127

(…) Lo que se dize en la Brebísima relaçión, que en Cholula mandó matar el capitán más de cien señores y sacar biuos en palos yncados en la plaça; y que mataron cinco o seis mil yndios y quemaron otros que se hazían fuertes, y otras munchas crueldades que escriuió el dicho obispo Fray Bartolomé de las Casas. Lo más no pasó. Ni que el capitán cantaba el romance de «Mira Nero de Tarpeya a Roma cómo se ardía...» que [-126;127-] por çierto biem fuera de cristiandad y de balor fuera hazello Cortés y contra la opinión que tenía de piadoso, limosnero y animoso. De los tales es muy ajena la crueldad.

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